sábado, 17 de septiembre de 2022

Cambiar de identidad

 

Finalmente terminó el juicio de adopción. Sólo queda esperar unos días más a que lleguen las partidas de nacimiento rectificadas y, con eso, hacer los nuevos documentos de identidad.

Suena como un simple, o no tanto, trámite.

Pero en los niños, no es un trámite más.

En principio surgió la duda, si ahora que tengo oficialmente el título de madre, podría dejarlos abandonados en un hogar. Junto a eso, una necesidad de estar conmigo siempre, todo el tiempo, pegaditos como los canguros. Recordándome y diciéndomelo a cada rato cuánto me aman.

Pero también pasó lo otro, lo difícil. Caer en la cuenta de que ya no son más hijos de sus padres biológicos. Y con ello, darse cuenta de que pasó mucho tiempo y no hubo ningún intento por recuperarlos, ni hicieron los cambios necesarios para conservarlos.

Aparecen recuerdos que estaban muy guardados: son escenas sueltas llenas de dolor. Y ese dolor inunda la casa, se esconde en la cama, se llora en soledad.

Hace más de 12 años escribí que si lograba darles la identidad de HIJOS ellos heredarían mi sonrisa. No sabía en ese momento que con la identidad de ser MIS HIJOS, también podrían venir muchas lágrimas.

Creo que nadie que haya conservado su identidad desde el día en que nació, incluyéndome, puede imaginar lo que es cambiarla en algún momento de su vida.

Lo cierto es que en unos días más serán casi casi, los mismos niños de siempre pero con la raíz cortada de cuajo, y dicho así, es un poco imaginable el dolor que trae.

Mi peque me trae su sellito con su nombre y apellido actual, ese que usa para ponerle el nombre a las hojas de carpeta: cuando lo cambie le puedo poner un dibujito de corazón también?