domingo, 29 de diciembre de 2019

Pequeño gigante.


Cuando estaba aún en la etapa de entrevistas en el hogar que estaban mis pekes, la vida me puso en contacto con una mujer que, junto a su marido, se terminaban de inscribir en el registro de adopción. Los llamaron al mes por un peke de 3 años. Qué rápido verdad?
Ellos querían ser padres, ellos querían formar una familia y eligieron el camino de la adopción. Ellos no querían compañía, ellos no querían asegurarse de que alguien los sostuviese en su vejez, ellos no querían no quedarse solos. Ellos querían amar a un hijo.
Les explicaron en el juzgado las características del niño e hicieron muy poco caso a lo escuchado.
Al conocer a Erik se enamoraron.
Erik , con sus 3 añitos a cuestas vividos entre hospitales y hogares, estaba acurrucadito en una silla, con la mirada perdida, una expresión facial mezcla de enojo y tristeza.
Más allá de todos sus diagnósticos que van desde deficiencias renales y cardíacas, hasta una baja visión al borde de la ceguera, Erik apenas se comunicaba con gestos y golpes.
No sabía comer, usaba pañales, caminaba con dificultad, no coordinaba los movimientos más elementales para desplazarse… pero no entendía qué quería decir MAMÁ. Cuando pudo balbucear esas dos sílabas, le decía MAMÁ a toda la gente que le hablaba.
Nunca había salido a la calle, así que los paseos eran un peligro: quería tocarlo todo, desde las baldosas hasta los autos. Era intrépido para explorar pero al mismo tiempo temeroso de los ruidos más cotidianos.
La obra social que le corresponde, aún hoy a casi un año, pone trabas para su incorporación.
Mamá y Papá (con mayúsculas), ella peluquera y él chofer de remis, hicieron lo imposible para que Erik sea atendido en el mejor Hospital Público (también, con mayúsculas) de la Argentina.
Erik es atendido allí en casi todas las especialidades que requiere. Ya ha pasado por cirugías y todo tipo de tratamientos.
A diario intercambio ideas, opiniones y consejos con otras recientes mamás por adopción acerca de los límites con la comida, con los juegos, con los horarios, etc y nos damos cuenta entre nosotras todo lo que “no sabían” nuestros pekes acerca de estas cosas. No “sabían” sentarse a la mesa en familia y conversar, algunos no “sabían” usar los cubiertos. Muchos “no sabían” dormir en una habitación de una casa…
Pues Erik no sabía LLORAR.
A pesar de  todos los dolores que sus patologías conllevan, a pesar de  todos los golpes que él mismo se daba en medio de sus enojos… el llanto nunca fue para él un modo de descarga.
La ley otorga 6 meses de guarda preadoptiva basándose en que es ese el tiempo en que los miembros de una familia ya pueden estar en condiciones de decidir si los vínculos funcionan o no.
Como si Erik conociera la ley, cuando cumplieron los 6 meses de convivencia aprendió a llorar.
No voy a escribir aquí los progresos que tuvo hasta el día de hoy, son demasiados y muy específicos y creo que no los recuerdo. Sólo quiero contar que lo ví tocando un redoblante con los dos palitos, que está aprendiendo hablar y dejando los pañales. Que sus anteojos le siguen mostrando un mundo que jamás hubiera imaginado. Pero entre los cambios que más me llamaron la atención están, por supuesto, su sonrisa, su mirada pícara cuando balbucea alguna mala palabra de esas fáciles, y su postura: erguido, con la cabeza en alto, correteando seguro y firme hacia adelante, llevando su mochila con rueditas, alegre, rumbo al jardín de infantes. Y al lado, siempre muy cerquita, ellos: SU FAMILIA.
Nota final: en unos meses concluye el juicio de adopción, y se vuelven a inscribir.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

Buena noche Nochebuena....


Con una redecilla para tapar las  frutas, la peke inventó una historia larguísima, llena de personajes, conflictos, resoluciones y algún que otro gags cómico, mientras esperaban que se termine de hacer la cena de Nochebuena.
El calor nos mantuvo juntos en el ambiente que hay aire acondicionado. Estábamos con la abuela y la prima. Todos muy divertidos.
Cuando cenábamos aparecieron los monstruos mutantes: todos, absolutamente todos, tenían genes de animales de tierra con otros con genes de animales de mar (no simplemente acuáticos: acuáticos de mar). Como aún la fantasía y la realidad están un poco confusas, se sugirió idear una película que más adelante creará la prima, financiada por la madre y la abuela jubiladas. Con el dinero ganado en esa película ya podrá comprarse la play station.
La cena fue con un mínimo grado de ansiedad por parte de la mayor que ya conoce todos los trucos navideños, pero intentaba adivinarlos.
Esta navidad papá Noel trajo exactamente lo que querían, no porque haya leído bien las cartas, de hecho, no escribieron carta, esperaron a que papá Noel los sorprendiese. Tampoco por haberse portado bien todo el año, ni el último mes, acá sabemos que las cuestiones mágicas, y sobre todo si tienen alguna relación con Dios, no toman represalias con los niños.
Esta vez papá Noel ya los conocía mejor y sabía exactamente qué le gustaba a cada uno. Tuvo cierta duda con el regalo final: un dije con una corazón para cada uno de los chicos y los grandes. La duda era si el varón lo iba a aceptar porque, aparentemente, los collares son cosa de mujeres. Pidió que le saquen una foto con el collar y se las mande a todos sus conocidos, dijo que nunca en la vida se lo iba a sacar.
Es que aún no tenemos todos el mismo apellido pero compartimos el mismo corazón.
Los miro y no lo creo. Varias veces me pasa que me pregunto si de verdad todo esto está pasando.
No hubo ni una sola mención a su ciudad natal ni a su pasado ni a la gente.
Se los ve tan bien, tan felices, tan fuertes, tan seguros!!!! Y recuerdo en la segunda evaluación que me hicieron  cuando me llamaron para decirme que no vaya, que no era conveniente ni siquiera empezar la vinculación porque los chicos no iban a querer mudarse tan lejos, porque habían establecido vínculos muy fuertes en sus años de institucionalización, porque necesitaban una figura paterna y porque  el tratamiento psicológico que estaba haciendo uno de ellos no podía cortarse y empezar de nuevo con otro profesional. Y aquí estamos, jugando y pienso… en cuántas otras cuestiones pudo haberse cambiado la vida de otras personas que no dejan de extrañar.

domingo, 1 de diciembre de 2019

Un año de pie.


Por supuesto que no son todas rosas, por supuesto que tenemos días no tan felices.
Hoy cumplimos un año de vivir juntos, y debo confesar que hubo días muy tristes para mí en este año: dos. Hubo dos días muy tristes, en los que pensé-hasta acá llegué-. El último fue hace unas semanas y la tristeza me duró casi tres días seguidos.
También tuvimos días de mucha nostalgia que llevaron a descubrimientos de mi parte, de cosas que no sabía de ellos. Lo más triste es tener que terminar esas largas y tristes charlas con la conclusión de que “es lo que nos tocó, y así como nos tocó esto, nos tocaron otras cosas hermosas que otras familias no viven jamás”.
Sigo leyendo mucho, sigo intentando entender, y casi siempre lo logro. Y lo que entiendo es que lo que vivimos acá es lo que viven la mayoría de las familias por adopción. Quizás nos toque algo un poco más difícil: deconstruir (el editor me marca error, aún es una palabra poco conocida) modelos de acción. Un ovillo tan difícil de desenredar!
Por estos días una conocida está en vinculación con una pequeña, la mayor de 5 hermanos, que fueron separados para ser adoptados. Los dos más pequeños ya conviven con su nueva familia, los dos siguientes están casi finalizando la vinculación con otra familia y, ella, la mayor, recién empieza. Está deseosa de tener una familia, contenta con su nueva mamá…. Pero extraña a sus hermanitos. Y pienso en mis pekes y no los imagino separados, si ni siquiera aún pueden separarse de habitación! Cuando alguno se va a un cumpleaños o a la casa de un amigo, los otros dos lo extrañan, a veces, hasta las lágrimas. Y cuando se reencuentran, después de tres o cuatro horas de no estar juntos, se abrazan, se besan y juegan hasta agotarse.
Hace unos días leimos un cuento de la “tía abuela postiza” y lo grabamos. Lloré tanto! Me imaginaba la cantidad de historias que podía haber escrito ella conociendo a mis hijos, conociendo nuestra historia.
Y aquí estamos, y aquí seguimos. Terminando el año escolar, proyectando el próximo y viviendo, a full, el hoy.
Hoy, un año.
Hoy, de pie.