domingo, 25 de noviembre de 2018

Yo sola conmigo.


Ahora estoy despidiéndome sola del mar.
Hoy tomo el último micro de vuelta a casa. Esta vez voy a pasear por la terminal con una gran valija que lleva mis cosas y las de ellos desde hace dos meses…
Tengo tiempo de recordar todo, desde la audiencia con la jueza, aquel 21 de junio hasta las zambullidas en el mar de hace un rato.
Todo, aunque haya sido único, lo siento y pienso en pretérito imperfecto… cuando VENÍA con mi mamá a este bar donde estoy ahora (vine una sola vez), cuando COMÍAMOS pizza con Caro, su amiga y su hija(fue una sola vez), cuando los LLEVABA al cine(una sola vez). Todo me parece que fue eterno.
Y los lugares que sí frecuenté muchas veces, me hartaron….la playa, la plaza, las calles…. Hoy no quiero nada de eso.
Todo son recuerdos, recuerdos de hace mucho tiempo, recuerdos de otra época...
Esta vez, este posteo es sólo para mí y por mí. Nada de mis hijos, porque ellos ya son mis hijos y lo único que espero es poder estar en casa con ellos haciendo nuestra vida.
Ahora estoy aburrida porque faltan 5 horas para que salga el micro….y sé que va a pasar mucho tiempo hasta que vuelva a estar aburrida otra vez.
Pienso en todo lo que pasé, en todo lo que hice, en todo lo que superé, en todo lo que me banqué y pienso….

En verdad pude hacer todo esto?

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Los sueños del niño.


Si les pregunto: con qué soñaban cuando tenían 7 años? Piensen, traten de recordar.
Yo, por ejemplo, soñaba con tener una cartuchera con cierre relámpago, con ser escritora y con que alguna calle del barrio de Flores, algún día, llevara mi nombre.
Este fin de semana lo pasé en Buenos Aires por primera vez en meses. Es que este fin de semana vinieron ellos a mi casa, a su casa.
En cuanto abrimos la puerta nos recibió mi mamá, expectante por conocer a sus nuevos nietos. Con sus temores y sus ansiedades, ella, la más valiente, abrió la puerta: NUESTRA ABUELITA!!!!!!! Gritó la más chiquita. Y los cuatro se enredaron en un abrazo lleno de amor, como si se conocieran desde siempre.
Después recorrieron la casa, encantados con sus habitaciones repletos de juguetes que estaban colmados de cariño, porque ninguno era comprado. Todos regalados por gente que me quiere, por gente que los quiere. Juguetes de sus hijos, de sus nietos…
Aparecieron los perros, uno de ellos muy viejito, ciego y sordo, enfermo…y de repente se vio envuelto por unos bracitos chiquititos. Hubo un poco de miedo, un poco de desconfianza y un poco de mucha mucha mucha satisfacción ante tantas lamidas de bienvenida.
Fueron cuatro días donde la ansiedad (la de todos) se tranformó en una calma inesperada, la tranquilidad (la de todos) de estar EN CASA.
Nos tocó un día de mucha lluvia y, sin embargo, jugamos, comimos, miramos tele… como seguramente hicieron todos ustedes.
Conocieron a la madrina y los padrinos que les faltaba conocer. Al nuevo primito, de la misma edad de ellos. Fuimos a ver el clásico Boca-River a una confitería que tiene pelotero, y jugaron y se divirtieron mucho con el padrino mago que hacía desaparecer un pañuelo rojo.
Las noches fueron calmas y no tanto. Hubo varias veces en que se me aparecieron al lado de mi cama: NO ME PUEDO DORMIR… y el sólo contacto físico con la persona que durante 4 días los bañó, y fue la misma que les hizo la comida, y fue la misma que los despertó, y fue la misma que los acostó, bastó para volver a conciliar el sueño.
Felicidad, alegría, seguridad, confianza, eso, todo eso fue lo que pasó este fin de semana.
Pero la última noche no fue igual. Sabíamos que al día siguiente volveríamos a hacer el gran viaje para volver a la institución que los albergó durante casi dos años. Que los albergó con amor, con cuidados, con responsabilidad. A la que tienen mucho que agradecerle pero…estar EN CASA no es lo mismo.
Ana: Sabés con quiero soñar esta noche?
Con ESE PAPEL que tiene que firmar la jueza para que nos quedemos a vivir aquí.
Así sueñan algunos chicos de 7 años…