Cuando llegó, hace casi 8
meses, todas las noches se despertaba con pesadillas. Nunca pudo explicar qué
soñaba, pero se despertaba llorando y necesitaba que yo me acueste con él un
rato para volver a dormirse. A veces era sólo tener que ir al baño, pero solo
no se animaba: me venía a despertar: mami: me acompañás al baño? Asi fueron
casi todas las noches de diciembre, enero y febrero.
A fines de febrero tuvimos que
ir a su ciudad citados por la jueza. Allá, la noche anterior a la audiencia, se
durmió y a la hora se levantó, sonámbulo. Caminaba por el departamento con una
energía incontenible. Desconocía el lugar y me desconocía a mí. Lo volvía a
acostar y se sentaba en la cama, apretaba los puños y murmuraba cosas que yo no
podía entender. Al rato se acostó abrazado a mí y, aún dormido, empezó a
llorar en silencio. Mientras lo beso y acaricio dijo, con voz firme: -tengo
miedo que las cosas salgan mal-.
Los episodios de sonambulismo
duraron unos 10 días desde aquella noche. Luego desaparecieron pero siguieron
las pesadillas cada 3 o 4 noches al principio y cada vez más espaciadas
después.
Sus despertares eran ATR. (a
todo ritmo).
Abría los ojos y empezaba a
hablar sin parar. Planificaba qué haría en el día, a qué juegos iba a jugar en
su turno de tablet, cuánto tiempo iba a estar en la pileta. O renarraba la
película que había visto el día anterior o hacía meses. Me sorprendía cómo pasaba
del sueño profundo a la actividad, sobre todo mental pero también física, en un
instante, en el instante en que se despertaba.
Un tiempo después,
desaparecieron las pesadillas, pero vino el incesante pis nocturno. Dos o tres
veces en la noche tenía que ir al baño. A veces dormido, pero igual lo necesitaba.
Hace un mes, más o menos, casi
sin darme cuenta cuándo fue ni cómo fue, se despierta y “remolonea” un rato.
Viene a la mesa a desayunar con los ojitos achinados, mira la taza de té un buen
rato y luego, muy despacio, la toma de a sorbitos al principio. A veces tengo
que despertarlo, lo alzo y compruebo que está livianito, que apenas tiene
fuerza para pasar sus piernas alrededor de mi cintura para ir a caballito hasta
la cocina.
La semana pasada volvimos a su
ciudad sólo de vacaciones, para pasear, disfrutar y reencontrarse con amigos.
Primer viaje en micro. Sube con muchas expectativas: se acomoda en su asiento,
toca todos los botones, lo reclina una y otra vez , se acomoda, se recuesta y
exclama: JUSTO LO QUE ME RECETÓ EL DOCTOR!-. Yo largo una carcajada, lo abrazo,
me acaricia la cabeza y dice: Sabés una cosa? Ahora estoy seguro que todo va a
salir bien-.
Subir al micro en el viaje de
vuelta fue similar. Una vez acomodado en el asiento dijo: Qué lindo es volver a
casa!
Son las 8.30 am. Estamos de
vacaciones. Hace frío y los perros están en el patio ladrando a cada pajarito
que aparece. Yo estoy en la cocina, con la luz prendida desde hace rato,
tomando un café.
Aparece medio dormido,
caminando despacito, se para al lado mío y dice: sólo me levanté para hacer pis
y vuelvo a dormir un rato más-. Vuelve del baño, la atrapo, lo abrazo, lo lleno
de besos…Mamá, todavía tengo sueño. Duermo un rato más y cuando me despierto
ahí cumplo los 8 años, dale?
Dale!!!!!