sábado, 11 de septiembre de 2021

Casi mamá avanza.

 

Lo que voy a escribir es más desde mi lugar de maestra alfabetizadora que de mamá por adopción.

Alberto, 8 años, tercer grado llega a los brazos de casi mamá con dificultades para aprender a leer y escribir.

El encuentro entre ellos fue en medio de la pandemia, por lo tanto la vinculación fue apresurada, tanteando las pocas opciones que el encierro y las restricciones les permitían.

Alberto le fue presentado como un niño que casi no hablaba, sin embargo durante el primer encuetro “inundó la plaza de palabras, de preguntas y de anhelos”. Es introvertido y poco afectuoso, le dijeron. Al volver de su primer estadía en su futura casa saludó a las operadoras del hogar con un beso por primera y única vez (quizás en modo de agradecimiento?).

Pasados los 6 meses que la ley estipula el tiempo necesario para decidir si una familia ya puede conformarse como tal, parece que en algunos lugares hay muestras más literales, como el pequeño gigante que conté una vez que por fin pudo llorar.

Casi mamá no desistió jamás de ayudarlo a aprender a leer. Siguió indicaciones de cuantos quisieran dárselas.

En estos 6 meses pasaron momentos muy difíciles y cada noche ella se sentaba en una sillita roja y les leía un cuento antes de dormir, como si las palabras leídas dieran la calma necesaria para relajarse. Y lo sigue haciendo.

Hoy fue un día muy difícil para casi mamá, entre las presiones del trabajo (porque no tiene licencia por maternidad), cuentas para pagar, horarios a  los que no llegó, sumándole las tareas de la casa que hace sólo medio año se multiplicaron por tres, llega a casa por la tarde totalmente destruída. Algo de esto esboza a sus niños. Pero Alberto encuentra la solución:

_Vos acóstate en la cama que hoy te leo yo_ le dijo.

Ella acostada en su cama ve como Alberto trae de su pieza la sillita roja y un libro de cuentos. Se sienta cómodamente, abre el libro y lee de principio a fin el cuento más hermoso que jamás le hubieran contado a esta mujer que, al menos hoy, necesitaba escucharlo.

-Soy un fracaso como maestra- me dijo hace unos días. Y sí, no estaba destinada a ser la maestra de Alberto, sólo tenía que ser MAMÁ.

La aproximación a la lecto-escritura se trata de visibilizar los beneficios de dar y recibir palabras. Cuando éstas tienen un condimento emocional intencionado, no sólo se logra la alfabetización, nace un lazo entre las personas que jamás será cortado por nadie.


jueves, 2 de septiembre de 2021

Trascendencia


 

Me estoy sintiendo el árbol ancho y buscado. (De la raíz a la copa. J. Falú)

Las actividades no tienen género. Tarea: ilustra. “y yo te dibujé a vos, mami, arreglando la canilla de la cocina”.

Y no sé bien si era así la consigna, la redacté como me la hubieran dado a mí hace 45 años. Y los años me pasan a mí y le pasan también a la redacción de las tareas escolares.

Una casi mamá me cuenta paso a paso cómo está preparando el nido para sus futuros hijos. Atiendo a los detalles y me doy cuenta que yo planeaba esas mismas cosas. Con mucha ansiedad y esperanza.

Por estos días mis hijos están concurriendo a la escuela semana por medio.

Pensé que iba a ser muy difícil la vuelta a clases, y lo fue. No tanto por la semana que van sino por la que se quedan.

Cuando se quedan los vuelvo a tener toditos para mí, y vuelvo a escucharlos reír, llorar, pelearse, amigarse. Los veo despertar relajados y acostarse ansiosos. Todo igual a mí.

Volvieron a ver la serie Anne with an E. Anne va caminando por el bosque hacia la escuela en su primer día de clases. En el camino junta flores y adorna su sombrero. M.dice: “no miro más, ustedes avísenme cuando pase la humillación”. Y Z. contesta: “mientras ella no se sienta humillada, está todo bien”.

 

Cada día me veo más en ellos. Veo actitudes, frases y gestos míos en ellos.

Y ésta, es una cara de la maternidad que jamás tuve en cuenta, que jamás imaginé y que pesa mucho. Aún no puedo decidir si me da alegría o angustia. Siento  demasiada responsabilidad.

Y también sé que desde ahora y para siempre, estoy en ellos y algo de mí quedará mientras ellos vivan o lo multipliquen además de mi apellido.

 

domingo, 30 de mayo de 2021

Quién sos?

 

LOS PITUFOS EN LA ALDEA PERDIDA.

No puedo ver películas en dibujitos ni animación, me duermo, es ley. Pero ésta, tenía intenciones de verla.

Después de describir a cada pitufo….pitufina:

Ella fue creada por el malvado hechicero Gargamel, usando magia oscura. La hizo con un poco de arcilla.

Pero su nombre no nos dice nada acerca de ella. No nos dice quién es, o lo que hace. Entonces, exactamente, qué es una Pitufina?

Es la combinación de una Pitu y una Ina. Pero qué es una Ina?

Qué es una Pitufina?

Nadie más que ella misma tenía la respuesta a esta pregunta.

Tú, Pitufo gruñón, gruñoneas. Yo puedo hacerlo, puedo ser gruñona, pero no soy muy buena para esto.

Por medio de un invento de Pitufo Filósofo intenta descubrir cuál es su potencial. Pero no resulta porque ella en vez de transmitir energía, la absorbe. Tal vez sea porque no es un verdadero Pitufo. “esta máquina no se creó para un Pitufo de tus orígenes”.

Ahí me soné la nariz, me sequé las lágrimas y me puse a hacer otras cosas, lejos, muy lejos de la peli. Pero volví para el final, porque sabía que venía la frase del remate.

Qué es una Pitufina? No necesito que un libro me diga qué es. PITUFINA PUEDE SER LO QUE PITUFINA  QUIERA SER.

…Quien quiera oir que oiga… (y si se trata de jueces, mucho mejor).


lunes, 26 de abril de 2021

La paz de la palabra


 Recién iniciaba mi camino en la docencia cuando fue el atentado a la AMIA. Fue un viernes. El lunes comenzaban las clases luego del receso invernal. Planifiqué esa primer clase con todo el amor que lleva una maestra de 23 años a sus niños.

A media hora de haber empezado el día laboral, me encontraba con mis alumnitos explicándoles qué era un símbolo: y en el pizarrón estaba el símbolo de la paz. Entra la directora con una niña de impecable guardapolvo blanco, gringuita con carita temerosa. Se paran a un costado del salón mientras seguía mi explicación: este dibujito lo entienden todas las personas del planeta, hablen el idioma que hablen, todas saben que significa PAZ.

Al retirarse la directora y la niña, pregunto qué pasaba. Esta niña se llama Eva. Viene de Paraguay, hace unas semanas perdió a su mamá en manos de su papá. Su tía la fue a buscar al monte y le dieron la guarda. No sabe ni una sola palabra en castellano, jamás fue a la escuela, tiene 8 años, estamos viendo en qué grado la anotamos. No terminó de hablar y le dije: “la quiero yo”!

Al día siguiente Eva era mi alumna.

Pasamos un año entre sonrisas y caricias. Intentando ambas comunicarnos con palabras, lo intentamos, algo logramos, yo hablaba y señalaba, ella asentía; ya no decía mariposa, decía PANAMBÍ y ella sonreía, pero jamás le escuché la voz, sólo su nombre completo le oí decir.

Siete años después, al fallecer mi hermana, recibo cartitas de ese grupo de alumnos, dándome las condolencias como sólo saben hacerlo los chicos-devenidos en adolescentes-, esas palabras que alivian el alma. Y entre tantas aparece la de Eva, que en perfecto castellano y sin una sola falta de ortografía, me cuenta que me recuerda como su segunda mamá. Que fui durante ese primer momento del gran cambio, la contención que ella necesitaba. Que estaba muy agradecida por todo lo que le brindé, y que su gran pesar era que nunca me lo había podido decir.

Por estos días, en que miro a mis hijos y pienso que son de los pocos a los que no tuve la posibilidad de participar en su alfabetización, me encuentro dándole una mano a Casi Mamá, que tiene un pequeño de 8 años que no sabe las vocales. Pienso en cómo ayudarla e intento explicarle que la aproximación a la lecto-escritura se trata de visibilizar los beneficios de dar y recibir palabras.

Eva mujer, en algún lugar debe tener esa paz que aprendió intuitivamente, en su primer clase. Poder hablar, poder escribir, poder leer, debe ser el acto de amor más humano que tiene nuestra especie, pienso yo, que hoy me encuentro volviendo a mis raíces. Como esta imagen de mis niños, sin palabras y diciendo tanto!

viernes, 9 de abril de 2021

CASI MAMÁ.



A Casi Mamá la llamaron hace pocas semanas para vincularse con dos pekes de 8 y 5 años. Casi Mamá está ansiosa y temerosa. Podré con dos? Podré con la escuela? Llegaré con la plata? Mi casa aún necesita arreglos… y si no les
gusta? No tengo chupete electrónico, querrán igual vivir aquí?

A Casi Mamá le advierten que un peke es sumamente introvertido, que práctimamente no se comunica con nadie en el hogar, que le va mal en la escuela. Casi Mamá duda apenas unos segundos, si ella podrá con eso.

Se conocen en una plaza, acompañados por las operadoras del equipo del hogar. El primer momento es un saludo de coditos, de puñitos, ahora puño-codo-puño… ahora codo-codo-puño-codo-puño. Cuando me cuenta esta primer escena dice: -y mis pekes se reían mucho con ese saludito!!!

Se hamacan, les pide que los hamaque… Hacen un pic-nic en el pasto, sobre una manta. El peke introvertido inunda la plaza de palabras, de preguntas, de anhelos.

Otra salida similar y luego pasar semana santa en la futura casa de la futura familia.

Casi Mamá intenta tapar manchas de humedad vieja con cuadros infantiles. Distintos vestigios de arreglos recientes, con telas de colores, como telones de un teatro. Pone lucecitas del arbolito de Navidad, en las paredes de la pieza de ellos.

Les pregunta su color favorito para pintar pronto la pieza y él, no sabe cuál es color favorito. Su comida preferida… y él no sabe o no tiene comida preferida. _Tranqui, ya lo vamos a ir descubriendo. No hay apuro_. Y yo pienso, cuando se tiene distorsionada la propia identidad: se puede saber cuáles son las preferencias de uno?

Con mucha ansiedad entran a la casa, y en un ratito nomás, se la apropian. Ahí juegan, comen, se bañan, se enojan, se ríen, duermen… un lugar, su lugar, su familia.

Pasados los cuatro días vuelven al hogar, con bastante angustia porque ya querían quedarse. Entran y el niño introvertido, por primera vez en más de un año de vivir ahí, saluda a las operadoras dándoles un beso.

Luego, durante la entrevista con las operadoras, y varias veces con las cuidadoras, cuenta y re cuenta el mismo detalle varias veces: _Tengo unas sábanas hermosas, son muy suaves y tiene muchas rayas. Y mi acolchado tiene flores muy lindas_.

Es que ella, de CASI, ya no tiene nada.

sábado, 2 de enero de 2021

El mundo será un lugar feliz, el día que no haya ni un solo niño en situación de adoptabilidad.


 

 

VACACIONES en mayúscula. 34 grados. Están jugando en la pileta. El señor enojo pierde en Marco Polo, le pega a sus hermanas y sale. Se viste y da vueltas alrededor de la mesa.

Le digo que yo estoy cambiando los muebles de mi pieza de lugar, qué pensaba hacer él hasta que baje el sol. Seguir dando vueltas alrededor de la mesa. Me parece perfecto, hijito. Me retiro.

Ayer hicimos la primer fogata del año. “Toda mi vida soñé con hacer fogones. Siento que todos mis sueños se están haciendo realidad”- dijo ella. Alrededor del fuego pensamos qué cosas nos gustaría que cambien en este nuevo año: que no muera más gente y que todo esto se arregle pronto. Que se termine la cuarentena y podamos ver a la gente que queremos. Y ahora, algo que querramos cambiar de nosotros mismos: no gritar fuerte cuando me enojo, no lastimar a nadie más, no pegarle a mis hermanos, terminar de convencerme de que antes no vivía tan bien como pensaba.

Los padres adoptivos, más que nadie, rechazamos esa frase que nos suelen decir: “qué buena suerte tuvieron estos niños…”. Básicamente la rechazamos porque son niños que si algo en su vida les faltó, fue la buena suerte. Insisto: cuando sos niño y de golpe perdés a tus padres, tu casa, tus costumbres, tus lugares, tus aromas y sabores cotidianos, nada de lo que venga después es buena suerte.

Para qué traen hijos al mundo si después no se hacen cargo? Esta frase la escucho tanto, tanto! Y por estos días, en que se terminó de debatir en el Congreso la Ley de legalización del aborto en Argentina, retumba más. Mi niña es una mujer de 11 años. Intento por todos los medios que sea una niña, y lo es, y lo sabe. Pero ahora se asoma al mundo adulto desde otro lado.  Me pregunta qué es el aborto. Le contesto como puedo, tratando de ponerlo afuera de su historia, y de la mía.

Hace algunas noches, en su insomnio triste, solita se preguntó: Para qué traen hijos al mundo si después no se hacen cargo? Y un rato después: -qué suerte tuvimos nosotros, mami! No creo que nadie pudiera entender tanto a mi hermano como vos!-.

Y sí hay, y ella conoce unas cuantas familias que atraviesan las mismas situaciones que nosotros. Son familias, como yo, no más buenas que otras, no enviadas por los ángeles, no personas especiales de la humanidad: son-somos- familias que tenemos en común una ideología que nos hizo ser familias por adopción. Son-somos- adultos que nos preparamos mucho (y seguimos haciéndolo) para entender los sentimientos y las actitudes de nuestros niños. También fallamos en algunos puntos, como todos. Quizás lo nuestro fue gestar una familia sabiendo que conviviríamos con el dolor y el conflicto, no siempre, y no exclusivamente, pero sí por mucho tiempo.

Mi niño terrible me dijo hace poco, “ya antes decepcioné a todos”. Si los adultos estamos en el lugar y en la situación que elegimos y podemos decidir cuándo retirarnos, son los adultos los que se decepcionaron solos. Los niños no eligen sus primeros pasos en la vida, ni siquiera eligen con quién relacionarse ni bajo qué reglas.

Hoy este lugar, esta gente y estas reglas, les gustan y, por lo que se ve, están felices.

Me asomo a la cocina porque no estoy sintiendo los pasos constantes. Se puso la malla de nuevo, tiene la toalla en la mano, me sonríe: VUELVO A LA PILETA MAMI. TE AMO.