domingo, 16 de febrero de 2020

La mamá verdadera.


Voy a escribir lo que yo pienso y siento y eso depende de mí, de mi historia y de la historia de mis pekes, y eso sólo lo sé y lo siento yo y mis pekes.
Pienso que…
El término MAMÁ viene de AMAMANTAR.
Yo no les dí de mamar a estos tres niños. Ellos tienen una mamá y vivieron sus primeros 6,4 y 3 años de vida con ella, pegaditos como los canguros. Ellos son niños muy inteligentes y muy memoriosos. Conocieron, vivieron y recuerdan mucho a su mamá. Varias veces los escuché decir: “así me lo enseñó mamá”, “tengo el color de piel de mi mamá”, “como me daba de comer mi mamá”.
A horas de llegar de nuestras primeras vacaciones de verano,lo que más les gustó después de una semana de muchos estímulos fue VOLVER A VER EL MAR.
Hace poco alguien publicó una foto con su hija adoptiva cumpliendo 16 años y junto a ellas, el regalo de cumpleaños: la mamá biológica.
Si bien desde el inicio de nuestra vinculación la más pequeña, por ese entonces 5 años, nos designó “la mamá de antes” y “la mamá de ahora”, a veces se refieren a ella como “la mamá verdadera”y yo les pregunto quién es la mamá falsa, fruncen el ceño y ahí queda picando la pelota hasta que afirmo "la mamá de antes". La mamá a la que extrañan. La mayor (hoy 10 años) tiene la inquietud de saber si ella estará bien, si habrá podido resolver sus problemas.
En varias oportunidades me han preguntado si esto me replantea mi rol de madre, si me lo hace cuestionar, si me duele… y lo contesto ahora: NO.
Cuando decidí formar una familia por medio de la adopción, (y si hubieran sido hijos biológicos), no lo hice pensando en una posesión. Lo repito una vez más: la única posesión que quise para mi vida era MI casa.
Mis hijos no son mis posesiones, son personitas que necesitaban una familia justamente porque eran personitas, niños que no pueden crecer sin un adulto. Yo era una persona adulta que DESEABA (no que necesitaba) formar una familia.
Que legalmente se nos designe como MADRE, pienso que es otro tema.  Los amo, sí, y mucho…. Tanto que ni yo sabía que podía amar tanto. Me aman, sí y mucho…. Tanto que ni ellos sabían que podían amar tanto a alguien, además de a su mamá.
La diferencia entre ella y yo, es que ella NO PUDO seguir maternando. Y no me voy a explayar en esto porque quien no quiere (o no puede) entender que hay gente que no tiene las mismas oportunidades que otras, no lo va a entender.
Todos tenemos falencias y debilidades. Algunos tienen herramientas para resolver qué hacer y otros no y eso depende de las oportunidades que se hayan tenido.
Yo soy la mamá de ahora, la que los ama, la que los educa, la que les está marcando el camino como quiere, tratando de que sean lo más autónomos posibles para cortar la carne con cuchillo y tenedor, y para decidir dónde, cómo y con quién quieren vivir su adultez.
Y mientras tanto sueño, deseo y ya me emociono, pensando en el día en que nos toque a nosotros sacarnos ESA foto.

jueves, 6 de febrero de 2020

El umbral de dolor.


La más chiquita suele encontrarse moretones y chichones y no recuerda bien cuándo ni cómo se golpeó. Se parece a mí que me esguincé varias veces un tobillo y hasta llegué a desgarrarme un hombro sin saber cómo. La más grande me hizo temblar una mañana con un dolor de panza que me hizo pensar en una peritonitis fulminante cuando sólo era un gasesito atravesado. Una tarde, en la escuela se golpeó el pie y su llanto me hizo empezar a accionar el celular para ubicar a los dos chiquitos mientras corriéramos al hospital porque como mínimo, tenía fractura. Tres mimos después estaba caminando como si nada hubiera pasado.
Mis tres pekes vinieron del hogar con unas cuantas ropitas. Aquí recibieron bastante ropa de gente amiga, más las que le regalaban en los cumpleaños. Las familias voluntarias, luego de su egreso y en nuestros viajes a su ciudad por temas administrativos, les compraron ropa también. En definitiva, los roperos de mis pekes explotan.
Las nenas quieren vestirse iguales…. “queremos que se vea que somos hermanas”… (como si no se viera en sus rostros!!! –son idénticas-). El varón no acepta bajo ningún punto de vista, usar remera sin mangas. Pero los tres siempre tuvieron preferencia por “la ropa de antes”. Esa es la ropa que traían del hogar, pero también la ropa que les regalaron las personas de su ciudad después del egreso.
Mis pekes son muy pequeñitos y delgados. La más chiquita es un poco más chica que la talla de su edad.
Hace un año y dos meses que están aquí…. Y en un año y dos meses vienen creciendo bien, según la pediatra. Los dos mayores aumentaron un número más de calzado y la más chiquita cambió un talle en este año (y no de toda la ropa).
La ropa y juguetes que no usan, las regalamos a distintos hogares y merenderos.
La remera de plantas vs zombies se la compré a mi hombrecito cuando estaban por venir a vivir aquí. La de los superhéroes, cuando fuimos a ver bailar a sus hermanas al teatro, aún en la etapa de vinculación. La rayada del capitán América la trajo del hogar. Las lavé y las planché con mucho más amor que de costumbre.
Cuando digo: _vamos a ponerla con la ropa para regalar al hogar_ frunce el ceño. Justo él, que en palabras dice que no quiere nada que le recuerde al “antes”.
Y aquí estamos…. Creciendo, entendiendo, presintiendo el futuro, recordando el pasado y, en parte, también añorándolo.
Y aquí estoy yo, lagrimeando con unas remeritas en la mano. Unas remeritas que, de golpe, me hicieron bajar unos cuantos escalones mi umbral de dolor.