Mientras S. nacía…
Yo vivía en la casa de la
calle Castañer con mis padres.
Apenas unos días después de su
nacimiento me encontraba celebrando las que serían mis últimas fiestas con mi
papá.
Seguramente a esa altura del
año, estaba enloquecida con el cierre del ciclo lectivo. Trabajaba en las escuelas 99 y 25. En las dos
tenía 1º grado. En la 25 hice un número artístico en la fiesta de fin de año
con canciones infantiles de las últimas décadas. Y en la 99 algo así como la escuela del futuro.
Estaba muy flaca, pesaba 50
kilos.
Aún vivía Panky, mi perra casi
pequinesa, la primera mascota de mi vida.
Ese verano me compré mi
primera pileta de lona y la disfruté muchísimo.
Recién iniciaba mi exploración
por las redes sociales. Participaba de foros y planteaba el tema de la adopción
para recoger información y opiniones. Por esa fecha abría mi primera cuenta de
facebook.
Al mes siguiente nacieron mis
primeros escritos sobre mi visión de la adopción que luego serían mis primeros
posteos en el blog.
Por esa fecha escribí “ con sus ojos, con su voz y con su historia,
heredarán mi sonrisa”.
Hoy soy, muchas veces, la
razón de su dulce sonrisa.
Mientras C. nacía…
Yo vivía en Castañer con mi mamá.
Trabajaba en dos escuelas, la
25 y la 3, tenía 1º grado en las dos.
Ya tenía el dinero completo
para comprar la casa.
Me reencontré con mis
compañeras de la primaria. Fue un impacto emocional tremendo. Desde ese día
recobré nuevas amistades con algunas de ellas.
Exactamente para esos días
conocí mi casa. En mi mente planeaba las reformas.
Ya escribía el blog y
exactamente 3 días antes de su nacimiento escribí “quizás en esas paredes haya
mucha humedad acumulada por el encierro pero abrazaron a una familia en el
pasado, y serán las que nos abracen a nosotros, construyendo otras
historias…como la tuya, que seguramente tendrá varias paredes por reparar.”
Esa casa, en ese momento, era
una suma de partes rotas.
No puedo dejar de pensar que
fue él quien me dijo: “cada vez que me abrazás siento que una pieza más se está
poniendo en su lugar”…y lo dijo en una época o una edad-no sé bien a qué se
debía-, en que tenía mucha dificultad para comprender las metáforas, los dobles
sentidos, los chistes, los refranes.
Mientras A. nacía…
Mi cabeza se quemó para esos
días. Caí en la peor depresión que tuve.
Trabajaba en las escuelas 25,
6º grado y 71, 1º grado.
Fueron días de mucha tristeza.
Justo para su nacimiento me
encontraba tramitando la licencia por psiquiatría que luego me llevaría al
cambio de funciones.
Ya vivía en esta casa, en
total estado de reforma. No estaban hechas las habitaciones ni el living.
Recién estaba ideando la cocina. Una amiga me regaló todos los muebles y era la
primera gran reforma que iba a hacer.
Por esos días escribí:
“Imagino cada rincón con sus cosas. Imagino
qué harán en cada lugarcito de esta casa”.
Y pensar que hoy veo sus
zapatillas y su campera dando vueltas por el piso y las sillas de la cocina y
me enojo tanto!
Ella estaba naciendo para traerme la alegría que me faltaba por esos
días, pero eso yo aún no lo sabía.
Hace unos días la más chiquita
descubrió que “mamá escribe cuentos”, y les lei el texto de sus nacimientos.
Quisieron saber qué era eso de
“mi blog” y comenzamos a leerlo anoche.
Lloraron mucho. De emoción
muchas veces, de sorpresa y de angustia otras. Creo que a nuestros hijos les hace
tan bien conocer nuestra historia !
Me sorprendió mucho que S.
llorara con el relato del diálogo que tuve con Alejo en el hogar. Y no puedo
aún detectar si fue por nostalgia, por angustia o por empatía.
Lo cierto es que siento que ya
no puedo pedirle más nada a la vida más que la buena salud nos acompañe
siempre. Es inexplicable todo esto, pero así lo soñé siempre. Éstos son los
hijos que esperé tanto y son igualitos a los que deseaba.