La más chiquita suele
encontrarse moretones y chichones y no recuerda bien cuándo ni cómo se golpeó.
Se parece a mí que me esguincé varias veces un tobillo y hasta llegué a
desgarrarme un hombro sin saber cómo. La más grande me hizo temblar una mañana
con un dolor de panza que me hizo pensar en una peritonitis fulminante cuando
sólo era un gasesito atravesado. Una tarde, en la escuela se golpeó el pie y su
llanto me hizo empezar a accionar el celular para ubicar a los dos chiquitos
mientras corriéramos al hospital porque como mínimo, tenía fractura. Tres mimos
después estaba caminando como si nada hubiera pasado.
Mis tres pekes vinieron del
hogar con unas cuantas ropitas. Aquí recibieron bastante ropa de gente amiga,
más las que le regalaban en los cumpleaños. Las familias voluntarias, luego de
su egreso y en nuestros viajes a su ciudad por temas administrativos, les
compraron ropa también. En definitiva, los roperos de mis pekes explotan.
Las nenas quieren vestirse
iguales…. “queremos que se vea que somos hermanas”… (como si no se viera en sus
rostros!!! –son idénticas-). El varón no acepta bajo ningún punto de vista,
usar remera sin mangas. Pero los tres siempre tuvieron preferencia por “la ropa
de antes”. Esa es la ropa que traían del hogar, pero también la ropa que les
regalaron las personas de su ciudad después del egreso.
Mis pekes son muy pequeñitos y
delgados. La más chiquita es un poco más chica que la talla de su edad.
Hace un año y dos meses que
están aquí…. Y en un año y dos meses vienen creciendo bien, según la pediatra. Los
dos mayores aumentaron un número más de calzado y la más chiquita cambió un
talle en este año (y no de toda la ropa).
La ropa y juguetes que no
usan, las regalamos a distintos hogares y merenderos.
La remera de plantas vs
zombies se la compré a mi hombrecito cuando estaban por venir a vivir aquí. La
de los superhéroes, cuando fuimos a ver bailar a sus hermanas al teatro, aún en
la etapa de vinculación. La rayada del capitán América la trajo del hogar. Las
lavé y las planché con mucho más amor que de costumbre.
Cuando digo: _vamos a ponerla
con la ropa para regalar al hogar_ frunce el ceño. Justo él, que en palabras
dice que no quiere nada que le recuerde al “antes”.
Y aquí estamos…. Creciendo,
entendiendo, presintiendo el futuro, recordando el pasado y, en parte, también
añorándolo.
Y aquí estoy yo, lagrimeando
con unas remeritas en la mano. Unas remeritas que, de golpe, me hicieron bajar
unos cuantos escalones mi umbral de dolor.
HERMOSO Y ,,, VAMOS POR MAS ,,,,
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