martes, 27 de febrero de 2024

Nada que contar

 

Pasan los años y cada día es uno más. A veces pienso que podría relatar uno a uno los días de estos 5 años con mis hijos. Otras veces descubro que no tengo recuerdo de alguna cuestión que nos pasó y que ellos sí recuerdan, y me produce una extraña sensación de estar envejeciendo.

Hoy tengo tres adolescentes en casa que por momentos me contradicen ante un límite o una orden-sobre todo tratándose del orden-.

El pasado suele volver, como nos vuelve a todos. Pero ya no hay angustia y casi casi que no hay preguntas, al menos no son explícitas, y cada uno se las contesta como puede, ya que no están todas las respuestas.

Hubo un intento de contactar a la mamá biológica y no pudo ser. Lo tomaron como una cuestión del destino. Ahora dicen: quizás algún día, cuando seamos grandes.

Y algo cambió, sí. Ahora, cuando surge algún tema relacionado con sus orígenes o con su pasado, les pido que escriban su punto de vista y sus sentimientos. Quién sabe? Quizás ahora estas páginas las pasen a escribir ellos, pero ya para nosotros solos.

En estos últimos meses sufrimos la pérdida de uno de nuestros perros. Nuestro primer contacto con la muerte, con un final. Fue la peke la que decidió la eutanasia y estuvo presente en ese momento.

Tiempo después el destino nos puso adelante un ser pequeño que nos necesitaba: un perrito de dos años muy maltratado al que le urgía una familia. Así, como a todos.

Podría decir que ya pasamos todo lo que teníamos que pasar para ser una familia constituída. No nos lo dio el juicio-nuestro gran deseo durante tanto tiempo- sino la vida vivida minuto a minuto con intensidad.

¿Nada qué contar?


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